La estrella que más cerca se encuentra de la Tierra es el Sol. Nuestra pequeñita estrella tiene nada más que 1,4 millones de kilómetros de diámetro. En ella, más específicamente en su núcleo, se producen reacciones de fusión en las que el hidrógeno se transforma en helio, algo que desprende mucha energía.
Aunque el Sol se divide en varias partes, nosotros vemos la fotosfera, la capa más baja de la atmósfera. Otras, como la cromosfera y la corona, emiten también luz visible, aunque solo son visibles durante los eclipses solares.
Aunque el Sol se divide en varias partes, nosotros vemos la fotosfera, la capa más baja de la atmósfera. Otras, como la cromosfera y la corona, emiten también luz visible, aunque solo son visibles durante los eclipses solares.
A medida que va ocurriendo la fusión nuclear de hidrógeno, el proceso empieza a ocurrir alrededor del núcleo. Debido al aumento gravitatorio, más hidrógeno se aproxima al núcleo de helio, y, por tanto, a mayor velocidad ocurre la fusión. El radio de atracción va aumentando a medida que se fusiona hidrógeno en helio, aumentando el núcleo de helio aún más.
La temperatura de la estrella, en este caso el Sol, disminuye debido al aumento de superficie.
Cuando en el núcleo estelar de estrellas como el Sol empieza a quedarse sin hidrógeno, la presión térmica no es suficiente para evitar el colapso de la estrella, ocurriendo el denominado Flash de Helio.
La temperatura de la estrella, en este caso el Sol, disminuye debido al aumento de superficie.
Cuando en el núcleo estelar de estrellas como el Sol empieza a quedarse sin hidrógeno, la presión térmica no es suficiente para evitar el colapso de la estrella, ocurriendo el denominado Flash de Helio.
Esto causa un cambio en la composición de las capas que forman la estrella. Aquellas similares al Sol, pasan a ser enanas blancas en proceso de enfriamiento. Una vez que transformen toda su energía, pasaran a ser enanas negras.
En cualquier caso, no hay nada que temer: todavía quedan 5000 millones de años para que esto mismo le suceda al Sol.
Illustrations by Gabriela
En cualquier caso, no hay nada que temer: todavía quedan 5000 millones de años para que esto mismo le suceda al Sol.
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